Vacaciones 5S

lunes, 2 de julio de 2007

Ya estoy de regreso. Hemos aprovechado 5 días de vacaciones para recorrer el Camino de Santiago (Sevilla-Salamanca-Santiago-Sanabria-Sevilla) con las niñas.

El primer día hicimos noche en Salamanca, la ciudad universitaria. Nada más llegar, comimos en La Plaza en el Restaurante Cervantes, donde nos sirvieron una carne de mala calidad, muy mal cocinada y que cobraron carísima. Luego paseamos por las calles, entramos en La Casa de Las Conchas (donde se podía crear un cuento a base de pegar palabras) y llegamos a la Catedral (más que impresionante) en cuya puerta un borracho, a cambio de 2€, nos enseñó un ¿astronauta? tallado en la fachada. Pero también nos desveló donde se encontraba la famosa ranita que dicen puede dar tanto la felicidad como la desgracia. De vuelta, en una tienda donde me compré una camiseta de la Universidad (si, soy friki), el dueño, muy bonachón, nos recomendó un bar llamado "La Fragua". Allí cenamos, muy barato pero la calidad no fué para tirar cohetes. Antes de llegar al hotel, con los pies destrozados, volvimos a La Plaza, y nos sentamos al lado de una señora mayor que todos los días contempla el momento en que se iluminan las cuatro fachadas de la Plaza de Salamanca. Fué un momento mágico.

Al día siguiente salimos casi sin desayunar de Salamanca dirección Santiago, porque el buffet para dos adultos y dos niños costaba 40€, y en los bares no sirven tostadas. Pasamos por Zamora, Ourense (¡que bonitos puentes¡) y un montón de pueblos pequeños que casi se solapaban. Y llegamos al hotel, que estaba a las afueras de Santiago. Hambrientos, dejamos las cosas en la habitación y fuímos al restaurante del hotel, bacalao para María y ternera asada para mí. La mejor comida de todas las vacaciones, estaba todo delicioso. Por la tarde, fuímos con el coche al centro, lo aparcamos en el parking Xoan XXIII, y tiramos para La Plaza del Obradoiro. Allí estaba la Catedral, carcomida por el paso del tiempo, y le dimos la ceremonial colleja al Santo Apostol. El centro histórico de Santiago es de piedra, y huele a viejo, y la Catedral a Edad Media. En los alrededores de la plaza vimos un espectáculo de malabares y acrobacias realizado por "La Señorita X" y "DJ Kapussi", que divirtió mucho a las niñas. Cenamos en un bar pequeño del centro, bacalao, ensalada, ternera asada... todo estaba delicioso, sobre todo el pan...

El tercer día seguimos la ruta que nos había marcado un tendero de Santiago... y acertó de pleno. Bordeamos las Rías Baixas desde Santiago hasta Pontevedra. Nos bañamos en la playa de Vilagarcía de Arosa, sin olas y con el agua helada, pero nos lo pasamos en grande. Allí conocimos a otra pareja turista de Valladolid, que habían estado en Sanxenxo y en la playa de La Lanzada, con olas. También nos recomendaron Cambados, que fué nuestra siguiente parada. En Cambados comimos en el bodegón "O Casal" con un Albariño y un jamón asado deliciosos, todo a buen precio. Mis tres mujeres tomaron su postre, helados las niñas y café con roscas María, en la pastelería de al lado. En la plaza había un tren aparcado para hacer una ruta por las calles de piedra de Cambados, pero no apareció nadie para conducirlo. Mientras esperamos, compramos un pack de 3 botellas de Albariño por 14€. Después partimos para O Grove, donde disfrutamos de los peces, los tiburones, y las tortugas en su AcuariumGalicia. También hubo una exhibición de buitre, lechuza, un ultrasónico halcón peregrino, aguila, y las niñas tuvieron en sus manos a un búho. Casi sin respirar cenamos en Pontevedra a muy buen precio. Fué una comilona y María pidió pimientos de Padrón. Un plato entero, pero solo comió dos, uno que no picaba y otro que... pufff De vuelta a Santiago, me equivoqué de camino y casi tenemos que volver a Pontevedra, porque la autopista (de peaje) no tenía apenas salidas.

Aprovechamos el último desayuno buffet en Galicia y bajamos a Sanabria, 100 Kilometros antes de Zamora. allí pasamos el Sábado. Almorzamos en Ribadelago (si se puede llamar almorzar). En Casa "Cesar" nos tuvieron casi una hora esperando sin servirnos (ni bebida). Nos dijeron que no podiamos pedir platos demasiado elaborados (como un revuelto castellano) y se les acabó el lomo de cerdo (o sea, o pedias el menú o nada). Pero el Lago es uno de los mejores paisajes que he podido disfrutar. Nos bañamos en la playa (helada, más que en las Rías Baixas). Nos costó, pero encontramos un hotel donde pasar la noche (80€). Nos trataron muy bien, y cenamos de maravilla, pero yo me pasé con el Rosado de Toro y no pude conciliar el sueño. Al lado del hotel (La Majada, se llamaba) compramos un chorizo y un queso de la tierra a buen precio). Mientras, las niñas encontraron amigas y se pasaron la tarde jugando con unos gatitos.

A la mañana siguiente, desayunamos ¡tostadas! y volvimos a Sevilla, haciendo escala en Cáceres. Cinco días bien aprovechados y que nos dejaron buen sabor de boca.

Nota: Todas las fotos me las ha prestado María.

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Anónimo dijo...

Quién pudiera hacer un viajecillo así!. Lo del astronauta es una aberración, no te parece? Me parece bien que se restauren las obras de arte, pero que no dejen su huella en ellas. Aquí en Valencia dejaron de pena la puerta de los Apóstoles de la catedral, y ahora parece que sea una falla.
Muy bonito tu post.