Vuelvo tras dos semanas de vacaciones, pero recordaré especialmente los cinco días que hemos pasado en Asturias. Ya el año pasado estuvimos en Galicia, y nos encantó, pero este año ha sido mucho mejor.
El Lunes 21 de Julio salimos de Cáceres dejando a TuX en casa de mis suegros. Tras una breve parada en un Feuvert de Zamora porque el coche se quedó sin aceite y otra en León para visitar su Catedral [y probar con desagrado la ''lengua curada''] atravesamos el Puerto de Pajares [por un tunel de más de 4KM] y entramos en un país élfico, fresco y verde. Cruzamos Asturias de oeste a este y llegamos sobre las 20:00 a nuestro destino, el alojamiento rural "El Buxu" entre Cangas de Onís y Soto de Cangas. Era una casa de campo amplia con un salon y dos habitaciones cada una con su cuarto de baño. Las niñas se quedaron encantadas con el jardín, los columpios, la yegua y los perros. Era tarde, estabamos cansados y nos dió tiempo a poco más que dar un paseo por un camino pedregoso que subía desde un riachuelo en la parte de atrás a lo alto de una loma.
El Martes nos levantamos temprano para ir a Cangas Aventura, a subirnos a los árboles y lanzarlos en tirolina y liana. Fué muy divertido. Los recorridos estaban clasificados por dificultad y altura (verde-azul-rojo-negro de menor a mayor). La "vertigosa" María y las niñas se quedaron en el verde (aunque la pequeña quería probar con el azul) pero yo me atreví hasta el rojo (me piqué pero no lo completé) y me raspé el brazo con una liana. Después del ejercicio teníamos hambre y nos recomendaron "Casa Pedro" [rico y barato], no muy lejos en un lugar apartado. Allí degustamos la ansiada Fabada y bebimos Sidra [con un escanciador eléctrico chino]. Fuímos después a Cangas de Onís a comprar víveres para toda la semana al super y, trás una mínima siesta, subimos a los Lagos de Covadonga. De nuevo María y el vértigo. Arriba nos esperaban decenas de "vaques" en una pradera alrededor del lago en la cima de la montaña. Tras unos momentos "Heidianos" bajamos (con el mismo vértigo mariano) hasta el Santuario de Covadonga [precioso e incrustado en la montaña] donde nos colamos "de milagro" (porque se acababa el horario de visita) y pudimos ver a La Santina en su entorno de cuento de hadas.
El Miércoles hicimos una ruta con Quads (que habíamos contratado el día anterior en la misma empresa de las tirolinas). Sentía mucha curiosidad, pero no le llegué a coger el gustillo. Además me quedé encallado un par de veces, y la pequeña se cayó a unas zarzas y tuvimos que echarle crema [a parte del sofocón que se pilló]. María si que disfrutó de lo lindo esta vez, con la mayor, y dominó la maquina en todo momento. El recorrido terminó pronto, así que volvimos para cambiarnos y salimos hacia Ribadesella en busca de unos acantilados espectaculares (del Infierno) que no llegamos a encontrar. Lo que si encontramos fué un restaurante especializado en marisco cerca de Ribadesella dirección Llanes donde comimos (y bebimos) muy bien pero muy caro (80€). Finalmente, entre un laberinto de caminos María encontró unos acantilados impresionantes (otros) con una "cala" muy bonita donde se bañaron las niñas y yo pude dormir la Siesta de la Sidra. El tiempo empezaba a cambiar y amenazaba (en la Primera que era la única cadena que se podía ver en la tele de la casa) lluvia para el Jueves por lo que decidimos tomarnoslo de descanso (entre comillas) y coger fuerzas para las Piraguas del Viernes.
El Jueves por la mañana salí a correr, desde el alojamiento a Cangas de Onís y vuelta (unos 5KM), suave. Intentamos visitar la Cueva del Buxu, unas pinturas rupestres, pero ya estaba el cupo diario completo, así que, después de confirmar la bajada del Sella en Piragua para el día siguiente, nos fuímos de compras a Cangas. Compramos las zapatillas de agua, y comimos (Fabada y Sidra) en un bar muy casero donde nos pusieron la olla en la mesa para que nos sirvieramos. Al levantarnos notamos la botella y media de sidra que se había evaporado como quien no quiere la cosa... Por la tarde continuamos las compras de recuerdos (camisetas, crema de queso de cabrales y sidra)
El Viernes, tras la carrera matutina, bajamos el río Sella en piragua. Fué alucinante y se me hicieron cortas las casi 4 horas que tardamos en completar el recorrido. María y la pequeña volcaron en los rápidos, y yo casi me ahogo intentando recuperar un remo, pero lo pasamos genial. Por la tarde, que pasamos bebiendo sidra con Susana (la propietaria) en el jardín, un perro que rondaba por la casa mordió a la renacuaja (le pasó de todo). Ya casi de noche, empezó a llover. Era nuestra ultima noche.
El Sábado me levanté temprano para correr y en la vuelta me dí de cara con una luminosa cortina de lluvía perfumada. Después de la despedida partimos para Oviedo, una ciudad limpia y hermosa. Nos apuntamos a un recorrido por la catedral (poca cosa) y el casco histórico. A destacar la oronda estatua de Botero y otra de un culo de la Plaza de la Escandalera. Comimos en el Campo de San Francisco y regresamos a Cáceres.
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